Así se bailaba el siglo XX
Un festival de hace 53 años, otra vez Todd Haynes, Julio Iglesias haciendo girar un balón, Keith Fullerton Whitman, más revistas contraculturales
Estuvo Penny Rimbaud, de Crass, en Barcelona hablando en el Malas Artes y, parafraseando a Oriol Rosell “no gods, no masters i tampoc gurús”. Aunque le puedo comprar alguna hippiada a Penny, el magufismo conspiranoico de parte de su discurso da bastante miedo. Mal que le pese, mitomanía mediante, muchos estábamos por ver en carne y hueso a una de las cabezas pensantes de Crass. La otra, Gee Vaucher, le acompañaba, y hace un par de años dio una charla más interesante en el mismo festival. Pero no todo mal. Sirvió para curiosear una asignatura pendiente que tenía desde hacía tiempo: Exit, el grupo de Penny Rimbaud y Gee Vaucher casi una década antes de Crass. Exit está más relacionado con Fluxus, con el avant garde, con la performance y con el arte multimedia que con el rock. Probablemente por eso, y por su ideas, claro, Crass siempre fueron una rara avis en su contexto, más políticos que esa primera generación del punk, y a la vez más experimentales. Las grabaciones de Exit son más interesantes que excitantes, y no son de lo que venía a hablar aquí. Seguir la pista de Exit me ha llevado a un agujero negro de nombres que investigar. Un agujero situado en el Londres de 1972. Hablo del ICES 72. El International Carnival of Experimental Sound fue un festival que tuvo lugar entre el 13 y el 26 de agosto de 1972 en el Roundhouse de Londres. Primo lejano, y supervitaminado, de nuestros Encuentros de Pamplona, ocurridos un poco antes el mismo año, el ICES 72 ha pasado a la historia como el Woodstock de la vanguardia sonora.
Estos son algunos de los artistas que participaron: John Cage, Cornelius Cardew, Robert Ashley, Lady June, Alvin Curran, Jon Appleton, Steve Beresford, David Bedford, Harold Budd, Lol Coxhill, AMM, Carles Santos, Gordon Mumma, Pauline Oliveros, Sally Potter, Eddie Prévost, John Tilbury, Tomás Marco, Alvin Lucier, Terry Riley, The Taj Majhal Travellers, MEV2, Fluxus, Dick Higgins, Anna Lockwood, Charlotte Moorman, Jackson Mac Low, Nam June Paik, Carolee Schneemann, Yukio Tsuchiya, David Tudor o Paul de Vree. Hay muchos más, algunos me suenan y otros de nada. Si me quieren mandar en un viaje en el tiempo, no me importaría pasar ese par de semanas de 1972 en Londres.
El ICES 72 fue una iniciativa del músico y periodista Harvey Matusow, figura controvertida y fascinante dentro de la contracultura. Hijo de inmigrantes judíos rusos, perteneció al partido comunista, pero durante la era McCarthy fue un informador del FBI y del famoso Comité de Actividades Antiamericanas. Escribió un libro contándolo, y el cómo le habían obligado a mentir, lo cual le llevo unos meses a la cárcel y de ahí al exilio en Londres. Allí conoce a Anna Lockwood (más adelante Annea), con la que se casa. Gracias a su contacto con la revista Source - Music of the Avant-Garde monta ICES 72. La vida de Matusow da para escribir un buen rato, pero en cinco frases: vuelve a Estados Unidos, se une a una comuna, monta un grupo de teatro itinerante, se hace mormón en Utah y muere poco después de tener un accidente de coche.
El ICES 72 fue concebido como un festival que integrara TODAS las disciplinas artísticas pero más enfocado en la experimentación sonora, visual y performática. La visión de Matusow era ambiciosa: dos semanas de actuaciones, performances en vivo, instalaciones, proyecciones, conciertos en trenes y barcos, esculturas y happenings con artistas de todo el mundo. Adelantado a su tiempo, Matusow no pagó a los artistas, aunque les prometió “un impacto cultural duradero”. Vamos, visibilidad. No hay nada nuevo bajo el sol de la precariedad cultural.
El festival reunió a más de 300 artistas de cerca de 20 países, incluyendo figuras como las nombradas arriba. Les dejo un cartel para que vean todo lo que había. El ICES 72 como pueden imaginar fue un caos. No fue un éxito de público; por mucho que fuera un momento propicio, las propuestas eran complejas. Económicamente inviable, tuvieron que renunciar a la realización de una película documental, un libro y una serie de LPs en directo. A pesar de ello a artistas y asistentes se les llena la boca hablando de lo importante que fue. Hay un artículo bastante extenso sobre el festival en una Wire de 2012, en el número 336. Este enlace, y este otro, les pueden interesar si quieren profundizar más. Del segundo he sacado estas declaraciones de Annea Lockwood, que como parte de la organización habla de algunos momentos importantes del evento. Por ejemplo, cuando Charlotte Moorman interpretó Ice Cello, obra de Jim McWilliams, donde tocaba desnuda un cello de, sí, de hielo. Contaba Annea Lockwood: “She sat naked for hours, drawing a bow across a really misshapen lump of ice which only resembled a cello in its height and width. Since I was the person responsible for getting the ice cello made I feel free to describe it that way, and what a task that was! We needed a mould and of course no cellist would lend us a hard case, but someone generously did give us a soft case, into which we poured ice cubes until it was stuffed, then stashed it in an industrial-size ice chest.”.
La misma Annea Lockwood también recordaba: “Because I was involved in the team running it daily, ICES for me was a blur of sound, people, gear, vans, needs, sound, ideas, talk, sound, etc, but I experienced amazing things, such as Rosenboom’s early bio-feedback pieces (‘How much better if Plymouth Rock had landed on the Pilgrims,’ for example), and Kosugi and the Taj Mahal Travelers playing all night, it seemed, in a trance-like wash of reverb, delays and film of waves on a Japanese beach. Through ICES, I met fascinating musical minds, and people whose friendship I have cherished and been grateful for ever since. The participants were amazingly generous and tolerant about the organisational muddle which resulted from trying to run fifteen days of events in multiple sites plus a train with thoroughly inadequate funding!”. Y Penny Rimbaud en la misma línea: “it was a magnificent festival – I don’t think there’s ever been an avant-garde festival to compare with it. Two weeks solid, starting about midday every day. There were events going in all over the place. The great and the not so great avant gardists worldwide came to it and performed, mostly for nothing. Financially it was a disaster, but it was a fantastic festival”.
Volviendo a Crass antes de Crass, y para acabar, apuntar que el cartel del festival, o al menos uno de ellos, fue realizado por Gee Vaucher. La información gráfica tampoco está muy bien documentada, aunque el cartel de Gee Vaucher, el de los helados, es fácil de encontrar, así como algunas páginas de una revista, programa de mano, con una simple búsqueda.
El fanzinito de mayo: Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles de Chantal Akerman
El mes pasado el pequeño fanzine alargado, que llevo desde enero haciendo, era sobre Supervixens. Este mes es sobre Jeanne Dielman. No me dirán ahora que no es variada la programación de este canal. Como la película de Chantal Akerman da para hablar mucho, he decidido centrarme en un elemento imprescindible de la cinta: el café. Ahí se lo dejo, en el Ko-Fi (ejem).
Agradecer una vez más a los que durante estos dos años han apoyado este boletín, a los que han hecho su pequeña aportación a esta newsletter a través del Ko-fi, y también a los que habéis comprado alguno de los fanzines de El Drugstore. En el siguiente enlace pueden mostrar su apoyo en forma de café y euros a esta newsletter. También pueden comprar aquí los fanzines:
¿Es alérgico al siglo XX?
¿Se adelantó Todd Haynes a todos y a todo en 1995 con Safe? ¿Qué te produce más alergia? ¿El platanero, el siglo XX, el XXI o el futuro? ¿1995 ya era el siglo XXI? ¿Habrá un repunte de las sectas que quieren huir del tiempo y el espacio que les ha tocado vivir? ¿Ya lo hay? Probablemente. No vi Safe en su día. Ni 300 días después. He tardado 30 años en verla y me ha dejado noqueado. Nunca tuve clara la figura de Todd Haynes. Era el director de Velvet Goldmine, pero también del mejor biopic de la historia: el de Karen Carpenter hecho con Barbies. Eso sí lo vi. Luego el nombre de Haynes se convirtió en mi cabeza en alguien que dio el salto al mainstream y adaptó una novela de Patricia Highsmith: Carol. Hace un par de meses hablé de su biopic/remix de la vida de Bob Dylan, I’m Not There, pero reconozco que nunca le he seguido mucho la pista. Por eso, pese a que la recomendación de Vigilante Podcast –en el capítulo de Casas elegantes, psiques rotas–, era 100% fiable, el visionado de Safe me pilló con la guardia baja. Los Ángeles, las casas (elegantes, claro), las psiques (más que rotas), las plantas, los colores, el tráfico, el aerobic, las apariencias, el clic, una Julianne Moore inmensa, una Jessica Harper rescatada, las cúpulas geodésicas, los gurús, la alergia al mundo moderno, el mundo moderno como pandemia antes de esta, la secta como solución, el final de los tiempos más fácilmente imaginado que el fin del capitalismo. No sé si me da pena o si me alegro de no haberla visto durante la pandemia. Quiero volver a verla, eso seguro. Creo que no está en ninguna plataforma ahora mismo, pero, ya saben, hay maneras.
La montaña de Keith Fullerton Whitman
¿Cuántas posibilidades hay de estar un día hablando de Keith Fullerton Whitman con una persona que conoces (mucho), con la que vives, y que al siguiente una notificación de un canal de Telegram, de una persona que conoces aunque hace años que no ves, te recomiende una obra del mismo artista? Este tipo de casualidades ahora parecen obra de un algoritmo que nos escucha, pero a veces existen. La primera conversación obedecía a una pregunta clásica en esta casa: ¿hemos visto a tal artista?, ¿le vi yo, le viste tú, nos conocíamos ya? Puede que hiciera 15 años que no nombrábamos a Keith Fullerton Whitman. El algoritmo no habla mucho de él últimamente. Y parece que nosotros tampoco. El canal de Telegram es el de José Luis Espejo: ¿Estás ahí? Atiende…, donde compartía la primera de un, y cito, “conjunto de tres partes de obras electroacústicas compuestas, interpretadas y registradas durante una estancia muy breve en el Banff Centre durante marzo de 2016, las piezas Tunnel Mountain son una tentativa de suite impresionista de larga duración inspirada en la montaña que da título a la obra, visible desde la ventana del estudio de Keith Fullerton y a una corta caminata de distancia”. La casualidad fue razón para darle al play la primera vez. Haberle dado unas cuantas más veces en las últimas semana obedece a algo muy sencillo: me ha gustado mucho.
No sé si calificaría de relajante esta obra. No, no es Hiroshi Yoshimura precisamente, pero mientras la escucho y escribo esto, mi perra se echa una siesta amodorrada por un sol que ya parece de verano. Tiene esos espasmos y hace esos ruidos entre inquietantes y graciosos que hacen los perros cuando duermen y parece que entraran en trance. Y pienso en qué soñará, puede que en algo como lo que comentaba Keith Fullerton Whitman mientras trabajaba en esta pieza:
[…] tuve un sueño recurrente en el que, en la cúspide de una montaña majestuosa cubierta de nieve, descubría un interruptor de luz incrustado en la corteza del árbol más alto; era consciente de que era el interruptor eléctrico general del mundo, pero al apagarlo solo eliminaba los colores vivos y todo lo que quedaba era el gris verdoso del paisaje invernal. Me lo tomé como una señal de que debía pasar una parte importante de mi estancia deambulando por los bosques, en comunión con la naturaleza. Esta actividad dejó un impacto indeleble en la música que compuse en el Banff, donde por primera vez durante mi vida adulta me sentí realmente liberado de los grilletes del mundo digital contemporáneo.
Seguro que nuestros perros sueñan con ese interruptor para que dejemos de mirar embobados los móviles y les hagamos más caso, o nos echemos una siesta con ellos. Hasta que llegue otro apagón –espero que el suyo del mes pasado fuera más lúdico que traumático–, esta pieza de Keith Fullerton Whitman es un buen sitio donde perderse.
Julio Iglesias y el Heat
No tenía ni idea de esto, pero por la cantidad de veces que he encontrado la noticia, veo que es de esas a las que los periodistas recurren de manera cíclica. No sé dónde vi esto, pero imagino que si en vez Nueva York e Indiana, fuera Miami quien estuviera en las finales de conferencia de la NBA, alguien ya habría desempolvado esto. Rectifico, veo que algún medio también lo ha sacado este año a pesar de que Miami Heat se quedasen en cuartos. El caso es que no sabía que Julio Iglesias, residente ilustre de Miami, personaje fascinante, tan amigo del pedal de reverb como Alvin Lucier o Stephen O’Malley, es dueño de una parte de los Miami Heat. No solo eso, además participó en una campaña para conseguir los 10.000 abonados que la NBA pedía como requisito para admitir al equipo en la ampliación que hizo en 1990 (junto a Charlotte Hornets, Orlando Magic y Minnesota Timberwolves). Fruto de esta iniciativa es este vídeo que, con la característica dicción del español más famoso de los 80 y 90, hace que todo roce la parodia. Me encantaría que esto pasase por las manos del Daniel Lopatin (Oneohtrix Point Never) de la época de las Ecojams. Yo lo dejo caer. Se sabe que a Lopatin le gusta la NBA. Ya hizo un tema dedicado a Ricky Rubio en su año de rookie en Minnesota que, por cierto, ya no se encuentra en ningún lado.
The Broadside & The Free Press: Michael Hurley, portadas y anuncios
En la anterior entrega de este boletín nombré la muerte de Michael Hurley y compartí un enlace a todos los números de la revista underground Other Scenes. Hoy les traigo otra: The Broadside & The Free Press, el periódico contracultural donde Michael Hurley publicó sus comics en 1969 y 1970. La universidad de Amherst (Massachussets) aloja en PDF todos los números de The Broadside & The Free Press, dentro de su colección de The Broadside, la influyente revista mimeografiada sobre folk de los 60. Si tienen mucho tiempo, o una tendencia a acumular preocupante, pueden entretenerse un rato buscando las páginas del bueno de Michael Hurley, encontrarse anuncios de Grateful Dead y Neil Young bastante graciosos, otros de como cultivar marihuana con la cara de Nixon, o posters centrales celebrando eso de ‘power to the people’ que parece tan lejano y llamando nazi a quien actúa como tal.


Noticias breves:
✏️: Gracias, Stereolab. No tanto por la reunión o por el disco nuevo, que también, ¿eh?, sino por el merchandising que han sacado para vender en los conciertos: delantales, moldes de galletas, hieleras, trapos de cocina, lápices de colores y un cuaderno de colorear. La última vez que tocaron en Barcelona les compramos una bandeja. Es el merch que nos merecemos a partir de cierta edad.
💥 💥 💥 💥 💥 💥 💥 : Ha salido un nuevo número de Bang!, en papel, con grapa, con bien de recorta y pega, después de un montón de años y eso hay que celebrarlo. Con motivo del 25 aniversario, Libros Walden ha lanzado también un libro que recopila los míticos tres primeros números. Gran fanzine, mejor persona.
💥 🚑 👶 : Este mes he visto tres películas de Larry Cohen: Special Effects, La ambulancia y It’s Alive. Cuando necesitas serie B en vena, nadie te la trae con tanto cariño como Larry Cohen.
☮️ 🚪: He escuchado muchísimo a Khotin. El EP que ha sacado llamado Peace Portal. Es bastante lo que promete el título y eso ya nos va bien en estos tiempos.
🏀 : Después de ganar a Denver Nuggets, el Robin de Oklahoma City Thunder se presentó en la rueda de prensa posterior al partido con una camiseta de Madness que decía “Fuck Art Let’s Dance”. Como los estadounidenses son así timoratos, le han multado con 25.000$ por “wearing clothing with profane language”. Mare de Déu! Me pregunto si en Oklahoma entrenan al ritmo de One Step Beyond. ¿Escuchar ska es lo que les ha hecho llegar a las finales? Días después, Julius Randle de Minnesota Timberwolves salió a hablar con los medios con una de A Tribe Called Quest. Shootouts, Julius, pero me temo que Q-Tip y compañía no te han dado suerte.
🇵🇸: Llevo meses pensando en escribir de Muslimgauze. Es una figura tan compleja, a pesar de la poca información que hay de él, y con una obra tan interesante como inabarcable, que no encuentro el momento de ponerme a ordenar y articular algo. En el contexto de estar asistiendo en directo a un genocidio en Palestina, pienso a menudo en Bryn Jones, el músico inglés detrás de Muslimgauze. Por tanto, agradezco que en Sonotopias, Juan Pablo Huizi haya realizado una extensa newsletter dedicada a Muslimgauze que puede servir para adentrarse, orientarse y, a la vez, perderse en este fascinante mundo.
📖 👴🏻 👵🏻 🏥: He empezado a leer El refugi del temps (Periscopi, 2024) de Gospodínov. Las tempestálidas, en la libre traducción de Fulgencio Pimentel al castellano. Se me cae la baba de lo bien escrito que está y de la cantidad de ideas que hay aquí dentro. Solo llevo la mitad y ya me atrevo a recomendarlo. “Tots el personatges reals d’aquesta novel·la són inventats. Només els inventats són reals”. Comienzas un libro así y ya me has ganado.