De un lado a otro
Un fanzine sobre revelaciones, las escuchas y visionados de abril, un cartel y una tipografía que son todo una época (y no son los 70), un par de divas del pop y un Beach Boy jugando al baloncesto
Se ha reeditado ‘El otro lado’, el fanzine que hicimos Manuel Moreno y yo mismo hace unos años y editó Libros Walden. Robo el texto de la web que lo define muy bien: “‘El otro lado’ es un fanzine de testimonios personales que responden a una pregunta: ¿Cómo descubriste el otro lado? 23 personas contestan a esta pregunta y nos cuentan cómo fue su iniciación en ese "otro lado". En lo oculto, la contracultura, el underground. La música rara, el cine raro, los cómics raros. Aquello que no salía por la tele, aquello que odiaban tus padres y que no entendían tus compañeros de colegio. El momento en el que esa parte de ti que no encajaba del todo en tu alrededor, encontró de repente su razón de ser y conoció su hogar”.
Por sus páginas encontrarán como cuentan sus cosas gente de: Espanto, Montañas, Juanita y los Feos, Caliza, Patrullero Mancuso, Juventud Juché, Cohete, Bananas, Rata Negra, Hardcute Ukelele o La Estrella de David. Yo mismo, muy dado a la batallita, cuento mi paso también al otro lado. Aparte de estar muy contento con cómo quedó el fanzine, me gusta verlo como el primer paso de una colaboración que nos llevó a hacer dos libros de los que estoy requeteorgulloso: ‘Todo era posible: Revistas underground y de contracultura en España, 1968-1983’, y ‘Papeles subterráneos: fanzines musicales en España desde la Transición hasta el siglo XXI’.
Esta newsletter muchas veces va de ese otro lado. De cómo se llega aquí. De regocijarse en lo que nos ofrece, y compartirlo por si alguien quiere entrar y echar un vistazo. De que sin este otro lado no seríamos quien somos. Siempre me ha parecido muy interesante seguir la trayectoria de gustos de la gente; si les pasa lo mismo, les interesa ‘El otro lado’.
Gracias de nuevo a los que han hecho su pequeña aportación a esta newsletter a través del Ko-fi. Y también a los que habéis comprado el fanzine de El Drugstore que he hecho. Si alguno quiere hacer cualquiera de las dos cosas, aquí tiene el enlace:
EL DRUGSTORE HA ESCUCHADO. Abril
Si a mi yo adolescente del que hablo en ‘El otro lado’, le dicen que en 2024 iba a estar escuchando electrónica, como mínimo habría sido escéptico. Ahora es más normal escuchar de todo, pero, yo al menos, era bastante cuadriculado hace 30 años. Primero jevi, luego grunge, luego indie. Sirva esto para decir que poca guitarra hay en la lista de este mes. Y las que hay, son peculiares. Fred Frith no acostumbra a no ser peculiar, y Gastr del Sol (David Grubbs y Jim O’Rourke) tampoco.
Fue el aniversario de la muerte de DJ Rashad, el que hizo que nos enterásemos de qué era el footwork los que seguimos la actualidad electrónica más superficialmente. Sobre todo en 2013. En aquel entonces, estaba a otras cosas. Supongo que saldría en Wire. He vuelto a poner ‘Rollin’ y ‘Double Cup’, recuerdo haberlos disfrutado mucho en su día, pero ni esperaba que hubieran envejecido tan bien, ni que fuera a acordarme tanto. Feliz reencuentro. Aparte, fue un mes marcado por la resaca del Rewire (ver newsletter pasada), por escuchar ‘I Trawl the Megahertz’ de Prefab Sprout una y otra vez, y por leer ‘Escucha, por favor: 13 textos sobre sonido para el arte reciente’ editado por Jose Luis Espejos, y que me ha hecho descubrir a Carmen Barradas, compositora de la vanguardia uruguaya de la primera mitad del siglo XX cuyos ojos ilustran la lista de este mes.
EL DRUGSTORE HA VISTO. Abril
Entre conciertos, playoffs de la NBA y sueño, poco cine este mes. Y en ocasiones, elecciones no muy afortunadas. Algunas especialmente malas de hecho.
BIEN: El documental de Annea Lockwood muy bien, porque ella es majérrima, lo que cuenta me interesa mucho –el título, ‘A Film About Listening’, ya les puede dar una idea de por dónde van los tiros–, y era la primera toma de contacto con el Rewire. ‘Bob & Carol & Ted & Alice’ da un poco de cringe (primera vez en mi vida que uso la palabra), pero tiene gracia a ratos y, sobre todo: a Natalie Wood y Elliot Gould. Y además tiene un cartel precioso (mirar un poco más abajo). No voy a hacer ningún descubrimiento hablando de Fellini, pero no había visto ‘Satyricon’ y es un festín para los sentidos. Ojiplático la mitad de la película. Sin controlar yo mucho de cine experimental, disfruté muchísimo de la sesión de Xcèntric dedicada a las miniaturas de Michael Rudnick. Siempre a favor de convertir en arte los vídeos de tus perros.
ESPAÑA BIEN: Las tres películas españolas que he visto bien, muy bien, sin tener que ver nada entre ellas. ‘Mi querida señorita’ me pareció una barbaridad. José Luis López Vázquez está increíble, y me alucina que en 1972 esto saliera adelante. ‘Los peces rojos’, un thriller muy hitchkoniano que no comprendo cómo no es más conocido. Y ‘Gulliver’ de Alfonso Ungría, una marcianada irresistible. Película maldita que apenas se vio en su día y ha estado en el limbo durante años. Ahora está en la web de RTVE, y si quieren saber más de esta historia protagonizada por “Fernando Fernán Gómez y 30 grandes enanos”, que rezaba la publicidad en su día, les recomiendo leer la última newsletter de Sala B donde hablan más en profundidad de ella.
REGULAR: Por casualidad, dos del ‘75. ‘Autopsy’ de Armando Crispino empieza tan bien –como un giallo con parte sobrenatural/alucinógena y un poco de J.G. Ballard–, que fue un poco decepcionante que el desarrollo fuese algo aburrido y demasiado preocupado por cerrar la historia con coherencia. A lo mejor en un segundo visionado gana. Y la otra es ‘La rosa de hierro’ de Jean Rollin, del que no había visto más que ‘La vampiresa desnuda’, que me me gustó más. Al parecer es la peli rara de Rollin, la menos exploitation, la más onírica. Muy ambiente, mucho ambiente, todo ambiente. Es bonita de ver, y la música es chula, pero porque la vi en cine, que si la llego a ver en casa no sé si hubiese aguantado mucho despierto.
MAL: ‘Welcome to LA’, o la constatación de que el setenterismo no lo es todo, y que no puede fiarse uno siempre de grandes nombres. Producción de Robert Altman, dirección de Alan Rudolph y un reparto espectacular: Sissy Spacek, Geraldine Chaplin, Harvey Keitel, Keith Carradine, Lauren Hutton… Sin embargo lo que parece una dramedia (!) romántica setentera se convierte en una sucesión anodina de encuentros y desencuentros. Todo unido por las insoportables canciones de Richard Baskin, un Jim Croce de cuarta, que suenan TODO el rato. Sin parar. Mención aparte merecen la imposible perilla nu-metalera de Keith Carradine y las mechas rubias de Harvey Keitel, elecciones estéticas que… mare de deu, qué horror. Lo mejor, sin duda, la tipografía de los créditos.
FATAL: ‘The Neon Demon’. Se me ocurrió verla por segunda vez. La primera no me entusiasmó, pero como la vi en una tele de 26 pulgadas, pensé que en cine la cosa mejoraría y podría comprender más a la gente que la defiende. Pues casi fue peor. Cito esta reseña de Frunobulax en Letterboxd: “Vale, en realidad me estaba aburriendo tanto que me puse a hacer la riviú cuando solo llevaba 14 horas de peli, aprovechando que salí de la manta un momento a por un yogur. Si pasa algo en lo que queda, aviso. Hala, ya pasó. Muy bien, Nicolás, te has lucido. Con unos pantallazos te haces una Vice. Volveré a verla algún día con palillos en las uñas y en los retretes del Morocco para disfrutar de una experiencia de cine inmersivo”. Eché de menos tener un yogur, la verdad. Aburrida, pretenciosa, visualmente más artificiosa que espectacular, y la mayor suspensión de la incredulidad de la historia del cine: creer que Dakota Fanning tiene algún encanto.
El cartel ‘Bob & Carol & Ted & Alice’
Unas líneas más arriba he comentado la película de Paul Mazursky, y no puedo evitar darle un espacio al cartel. Un clásico de los 60, bastante copiado, y puede que inspirador de esas camisetas de John & Paul & Ringo & George creadas por Experimental Jetset en 2001, que luego han devenido en meme aplicable a casi cualquier cosa. Aquí tienen esa historia, si quieren coger un desvío. Del cartel de ‘Bob & Carol & Ted & Alice’, mucha información no hay. En los créditos de la banda sonora, de Quincy Jones, el diseño se atribuye a Farmlett, Barsanti & Associates. Sin embargo, no he podido encontrar si son también los autores del cartel original. Sea como sea, captura de maravilla la época, la trama, y encima lo hace con una elegancia fuera de lo habitual. Ahora que nos llenamos la boca hablando de sistemas gráficos, funciona estupendamente en cualquier formato. La tipografía obvia, y muy presente en los últimos años, es una Cooper Black que da muchísimo gusto ver.
Divas del pop, cuidaos. Hay un desierto allí afuera...
Puedo predecir y predigo que de aquí a dos párrafos me voy a sentir como un pulpo en un garaje y que me voy a arrepentir de haberme metido en este jardín. Pero aquí van una opinión y una notica que me han parecido interesantes.
Llámenme cobarde, esto de arriba yo no me habría atrevido a decirlo en alto. Uno, por miedo al fandom Swiftie, y dos, porque reconozco que hasta que lo he leído no me había dado cuenta. Lo comparto por tener el aval de Neil Tennant y de Joan Vich. Vale, ahora los hits no son tan omnipresentes como antes, pero solo me viene a la cabeza una canción suya: ‘Shake it off’. No conozco ni una sola más. Me gusten más o menos, sí que reconozco canciones de Shakira, Beyoncé o Bad Bunny como hits universales que no he hecho ningún esfuerzo por escuchar, pero de Taylor Swift, ni una. El fenómeno Taylor Swift es algo que me parece tan interesante como difícil de comprender, tan inabarcable en cantidad de noticias que genera, como cansino por la omnipresencia de su figura. El tweet de Neil Tennant está lleno de respuestas de fans de Taylor Swift preguntando quién es ese señor mayor. Normal. Por otro lado, Neil Tennant también dijo en algún momento que Taylor Swift era la Margaret Thatcher de la música pop (“…that she seems to be about economics…”). Probablemente no se puede decir nada peor de alguien, pero por lo menos, ha hecho que me de cuenta de una cosa. La pereza que me produce la saturación Swiftie viene de percibirla más como una empresa que como una cantante pop.
Tengo más simpatía por Lana del Rey, o puede ser que al menos no estoy tan saturado. Tiene toda esa parafernalia americanísima tan meta, tan poco espontánea, tan de la estética por la estética, que aunque mire con escepticismo, desde fuera me puede hacer gracia. Y sin caer en la tontería del guilty pleasure, puedo decir que me gusta genuinamente mucho una canción suya: ‘Venice Bitch’. Pero si la nombro es porque en el último Coachella salió del concierto subida en una Harley, como si fuera Jackie Kennedy en una película de motoristas de Roger Corman, con la música de fondo de, tomo aire porque aún no me lo creo, The Caretaker. Leyland Kirby, la persona inglesa detrás de The Caretaker, tampoco se lo creía mucho a tenor del tweet de arriba. Me lo imagino en un pub, pinta en mano diciendo a los parroquianos: “¿A qué no sabéis quién ha sonado en un concierto de Lana de Rey?”. Y la gente en plan: “Venga Leyland, vale que sales en revistas con grupos que parecen inventados, pero esto…”.
Todo el trabajo de The Caretaker es una exploración sobre la memoria, y la pérdida de ésta. Supongo que ahí se establece el puente con Lana del Rey, sobre todo si tenemos en cuenta que lo que sonaba era ‘Selected Memories From The Haunted Ballroom’, que se inspira en la escena del baile de ‘El resplandor’. Me pongo las gafas, de pasta tan gorda que me va a doler el cuello, para citar a Mark Fisher. Habla de la música de The Caretaker pero bien podría ser la crónica de Coachella: “La amenaza ya no es la dulce seducción mortal de la nostalgia. El problema, no es, ya no es, la añoranza de llegar al pasado, sino la incapacidad de él. […] El presente, roto, desolado, constantemente se borra a sí mismo, dejando pocas huellas. Las cosas llaman tu atención por un momento pero no las recuerdas por mucho tiempo. Sin embargo los recuerdos antiguos persisten, intactos... Constantemente rememorados. […] ¿Realmente tenemos más sustancia que los fantasmas que continuamente aplaudimos? El pasado no puede ser olvidado, el presente no puede ser recordado. Cuídate. Hay un desierto allí afuera...”
Lo mejor de todo es que en ese desierto, en ese escenario un poco ‘Mad Max’, un poco ‘Carnivale’, que es Coachella, hay una banda (o unos actores) haciendo playback de una canción de The Caretaker. Repito: un playback de The Caretaker. Un puto playback. De Caretaker. De nuevo Fisher: “¿Quién edita el film? ¿Y por qué todos esos cortes? A esta altura, solo unos pocos estribillos espectrales que persisten en la parte trasera de la mente te separan del desierto de lo real”. Cuídate.
La foto de Brian Wilson jugando al baloncesto
Mientras se siguen disputando los playoffs de la NBA, me encuentro una foto que no había visto de Brian Wilson de los Beach Boys jugando al baloncesto. En aquel entonces ya no era el mocetón sonriente y saludable, hijo del ‘American way of life’. Ya tiene pintar de haber probado el LSD, y de tener los fantasmas rondándole. 50 años después, su sobrino segundo Kevin Love (y sobrino a secas de Mike Love) juega en los Miami Heat –chicos de playa también, pero de otro océano–. Kevin es hijo de Stan, exjugador de Los Angeles Lakers y de los Washington Bullets. Por desgracia, el equipo de Miami ha sido eliminado a manos de Boston Celtics. Una pena, siempre a favor de los underdogs y de las excentricidades en la peluquería de Jimmy Butler. Ojalá hubiesen dado la sorpresa como el año pasado.