Historias secretas y coches rápidos
Varias traducciones de la primera novela de Donna Tartt, una canción de Talking Heads y el nuevo comic de Lorenzo Montatore, un Jim O'Rourke versus Tracy Chapman inesperado y la playlist del mes
El otro día, Sabina Urraca escribió lo que sigue en su cuenta de Instagram. Estoy de acuerdo con absolutamente todo. Es de esos textos que dices: “¡Eureka!”. De esos en los que alguien pone en palabras algo que has pensado muchas veces pero no has sido capaz de articular. Cuando se cruza uno con un texto así, hay que dar las gracias a esa gente (tan) lista que hay por ahí.
Creo que me desmayo si vuelvo a leer, al respecto de un libro o una película: “Este libro nos narra a todas las mujeres” o “Esta historia es la historia de todas” o “No me gustó porque no me identifiqué nada” o “Me gustó, aunque no se parece nada a mi adolescencia” o “No me gustó porque no es mi tipo de película” o “No me gustó porque no se parece nada a los libros que suelo leer” o “Me encantó porque el personaje podría ser cualquiera de nosotras”. De verdad. Me desmayo. ¿De veras hemos asfixiado la capacidad de disfrutar de algo que no tenga nada que ver con nosotras, que no nos apele directamente, que no nos recuerde a nuestra vida, que no ofrezca una enseñanza o un mensaje utilitarista, que no nos sane (terrible esta búsqueda incesante de la sanación, como si los libros fuesen spas, osteópatas, terapias personalizadas)? ¿De verdad nos parece un halago decir que un personaje es la representación de la mitad de la población? ¿Es posible que lo único que interese sea un simulacro de epifanía que señale directamente a nuestra carita de selfie? Selfies, selfies, eso es lo que quieren. Selfies estilizados y filtrados en forma de libro y peli. Adiós, ficción, adiós. Me aburre muchísimo esto. Pero muchísimo
Gracias de nuevo a los que han hecho su pequeña aportación a esta newsletter a través del Ko-fi. Y también a los que habéis comprado el fanzine de El Drugstore. Si alguno quiere apoyar a El Drugstore aquí tienen el enlace para hacerlo:
Una historia secreta y una premonición
En 1994 yo no tenía muy claro quién era Brian Eno. En 1997 puede que sí, pero probablemente aún lo asociaba más con U2 que con Roxy Music, Talking Heads o el ambient. Y en 1997, U2 me daban mucha pereza. Eso no ha cambiado. En 1994 leí el siguiente párrafo de ‘El secreto’ –‘The Secret History’ (1992) en el original, ‘La història secreta’ (2024) en catalán– de Donna Tartt sin que me llamara la atención:

En 1997 tampoco lo hizo. Pero por eso de no perder puntos en el apartado de pedantería e intensidad tardoadolescente, apuntaré que gran parte de la relectura de ‘El secreto’, en edición de Círculo de Lectores, la hice con ‘Bedheaded’ de Bedhead sonando de fondo. Aún cuando escucho ‘Left Behind’, pienso en Richard Papen pasando el verano solo en Nueva Inglaterra. En mi cabeza la banda sonora adecuada era ‘The White Birch’ de Codeine, pero, en aquella época de acceso limitado a ciertos discos, lo que tenía a mano era Bedhead. Y ni tan mal.
En 2004 volví a ‘El secreto’. Ahora en inglés. Lo encontré en una librería de segunda mano unos meses que estuve en Dublín. Entonces sí me llamó la atención esa frase, esa referencia a un Brian Eno que ya situaba bien aunque no me hubiese obsesionado aún con él. Prueba de ello es que marqué la página, un subrayado y una pequeña doblez en una esquina de la que me había olvidado. En ese viaje me compré, en un HMV, ‘Fear of Music’ de Talking Heads, producido por, sí, han acertado, Brian Eno.
En 2024, veinte años después de la última lectura, treinta de la primera, vuelvo a Vermont, al Hampden College ficticio, modelado por Donna Tartt a partir del Bennington College, donde estudió con Bret Easton Ellis y Jonathan Lethem. Vuelvo en catalán porque es lo que toca para mejorar mi nivel intermedio 1, y porque Les Altres Herbes lo publicó hace un par de meses, con traducción de Joana Castells. Vuelvo a leerlo y ahora ese párrafo me llama la atención más que las veces anteriores. No suelo releer pero tengo debilidad por Donna Tartt y me gusta ver que, en este caso excepcional, hay una obsesión pasada que se da la mano con una futura, como si con ese párrafo Donna Tartt me hubiese puesto sobre la pista de Brian Eno. ¿Es esto sobrerreaccionar? I tant. Pero, me perdonarán, a veces da gusto fliparse uniendo puntos. Si leen este boletín habitualmente ya sabrán de qué pie cojeo.
Pero aún hay más pistas por el camino. La premonición de otra obsesión: los Grateful Dead. Hosti tu.
De esto no me acordaba para nada. Ni subrayados, ni orejitas de perro he encontrado en las ediciones en inglés o en castellano del libro. Juego de palabras poco sutil el que hace con los Dead. Aunque me ha hecho gracia darme cuenta en esta lectura cómo Donna Tartt caracteriza al Richard que pretende ser sofisticado con Brian Eno, y al Richard que no puede huir de ser un vulgar californiano con Grateful Dead. El grupo de Jerry Garcia era lo menos cool que había en 1992, y me imagino a Donna Tartt y Bret Easton Ellis haciendo chistes a costa de hippies y deadheads. Good Lord.
Para acabar, toda mi admiración para Gemma Rovira Ortega, traductora de la edición en castellano, por haber colado una línea de ‘Casey Jones’, canción de, claro, Grateful Dead que no salía en el original. Madre mía.
Un olvido, unos bailes y unas gamas cromáticas
Seguimos en la planta de casualidades y obsesiones. Añadimos la sección de afinidades cromáticas en la siguiente foto.
Los diarios de Brian Eno de 1995, recién llegados de tierras lejanas y sin leer aún, se arrejuntan, e imagino que llevan bien, con el último tebeo de Lorenzo Montatore: ‘Si bailáis, entenderéis mejor las letras: Un tebeo de Lorenzo Montatore sobre Talking Heads’. El tebeo es una pasada, da mucho gusto mirar embobado cada viñeta, y creo que se puede disfrutar mucho aunque no te gusten Talking Heads. Aunque, ¿a quién no le gustan Talking Heads?
En la presentación en Barcelona del tebeo, Lorenzo Montatore y Joan Pons, que conducía el sarao, hicieron cada uno un top 10 de Talking Heads. “¿Echáis alguna en falta?”, preguntó al público Joan Pons al acabar con las suyos. La unión de mi memoria terrible para los nombres de canciones, la falta de cobertura en Finestres y la timidez galopante que me caracteriza en estos actos, hizo que me quedará en blanco. Y me quedé con ganas de reivindicar ‘Listening Wind’, que creo que no nombraron. O a lo mejor sí, con el blancazo memorístico que me dio con los nombres ya no sé. Corríjanme si me equivoco. No es una canción muy de bailar, o al menos no de una manera muy ortodoxa, pero puede que sea la canción de Talking Heads que más he escuchado en mi vida, la que más veces he grabado o puesto en una playlist. También fue puente hacia hacia sonidos jamaicanos que no había explorado antes por prejuicio. Algo que siempre agradeceré. Ha servido este olvido para descubrir que hay una versión de esta canción hecha por The Specials con Hannah Hu, que no es ninguna maravilla pero es una de las últimas actuaciones de Terry Hall.
Un concierto en Japón, un coche rápido y un éxito de los 80
Hay días que por mucho que te fíes de tus prescriptores favoritos, nada hace clic con los discos, libros, películas que te recomiendan. Buscas y buscas. Entras en Aquarium Drunkard y allí está el enlace a este concierto de Jim O’Rourke del 2002 en Japón. Pinchas, porque como persona que creció en los 80, no puedes no tener curiosidad por saber qué ha hecho el bueno de Jim O’Rourke con ‘Fast Car’, el archiconocido tema de Tracy Chapman. Y a ti, que te gusta un buen loop repetido durante un buen rato más que nada, te alegra el día.
El Drugstore ha escuchado. Noviembre
Y para acabar, un recordatorio
Además, siempre está bien recuperar a Gnod.