Nadador y nadadora
Llevo entrando y saliendo de piscinas desde hace años. Es bueno para la espalda, es bueno para la postura, te dicen. Te vendrá bien. Y tienen razón. La semana pasada volví a apuntarme a una. El deporte nunca fue mi pasión, y sigue sin serlo, aunque en la natación sí que disfruto de cierto estado meditativo, de cierta paz subacuática. Esta newsletter va dirigida a mi yo adolescente que odiaba toda forma de ejercicio. A ver, a lo mejor no llegas al nirvana bajo el agua, pero alrededor de las piscinas hay un montón de cosas interesantes: películas, relatos, monopatines, canciones, J. G. Ballard, o análisis sobre las neuras de las clases medias que se creen altas, de las altas que también lloran.
Unas cuantas piscinas
Vi ‘El nadador’ en Alicante, de visita cuando mi padre vivía allí. La pillamos por casualidad en la tele. No la conocía, pero creo que mi padre sí que la había visto hacía años. Se convirtió en una de mis películas favoritas inmediatamente, y di bastante la tabarra con ella. Luego leí el relato de John Cheever en el que se basaba. Empecé a mirar las piscinas de otra manera, y a pensar en Burt Lancaster aterido de frío cuando me metía en una. También pienso a veces en ‘It follows’, pero prefiero apartar el pensamiento y que me venga a la cabeza algo más lúdico como ‘Todo en un día’.
La piscina llena, con gente tomando el sol alrededor, símbolo del hedonismo, del éxito, del glamour, del sexo, de la riqueza. El sueño de las clases medias visto en muchas películas y series estadounidenses. Sobre todo estadounidenses. Es imposible hacer un recuento exhaustivo de piscinas en la gran, mediana y pequeña pantalla, pero ahí van unas cuantas capturas de algunas películas que me gustan mucho y en las que las piscinas son centrales.
Otra película muy favorita. ‘Tres mujeres’ de Robert Altman, que bien se podría haber llamado tres piscinas, ya que la existencia de cada una de las protagonistas está muy ligada a una diferente. En el principio de la película, Shelley Duval trabaja en una especie de balneario con piscinas para ancianos que hacen rehabilitación. Sissy Spacek entra a trabajar en el mismo sitio y, fascinada por Shelley Duvall, se muda a vivir con ella en uno de los típicos apartamentos californianos cuyo centro de reunión vecinal es, sí, lo han adivinado, una piscina. No voy a hacer spoilers, pero en esa piscina pasan cosas, hay transformaciones. Y la tercera mujer, Janice Rule, nos lleva a la tercera piscina, en medio del desierto, junto al bar al que van Shelley Duvall y Sissy Spacek. En esa piscina vacía, Janice Rule más mayor, sin la vitalidad juvenil de las otras dos protagonistas, pinta un mural de figuras que evocan a fantasmas de pasados no resueltos.
Las peripecias por Los Ángeles de Andrew Garfield en ‘Under the Silver Lake’ comienzan en la piscina de su bloque de apartamentos (otra vez, ese tipo de alojamiento) y le hacen vagabundear escondiéndose en una, jugando al ajedrez en otra. Puede que sea de mis películas recientes favoritas; también creo que es la típica que entras en ella o la detestas. David Robert Mitchell, también aficionado a las piscinas, es el director de la ya mentada ‘It Follows’ y de ‘The Myth of the American Sleepover”, que no he visto, pero que, con ese nombre, seguro que incluye alguna escena con el elemento central de esta newsletter.
Y para acabar con las películas, porque esto daría para tropecientas newsletters, dos películas hermanadas por el amigo J. G. Ballard: ‘Rabia’ de David Cronenberg, y ‘High-Rise’ de Ben Whatley. El primero es un Ballard apócrifo y el segundo una adaptación. Ambas con impactantes escenas piscineras.
Mención especial para las que me dejo por el camino y de las que me he acordado sin mirar ningún listado de Letterboxd: ‘El Graduado’, ‘The Last Picture Show’, ‘Todo en un día’, ‘El Crepúsculo de los Dioses’, ‘Suspiria’, ‘Short Cuts’, ‘Boogie Nights’, ‘Mullholland Drive’, ‘Tratamiento de choque’…
Una piscina con forma de guitarra
Buscando portadas con piscinas me he encontrado un buen montón de discos de grupos que no me gustan nada: Blur, The National, Red Hot Chili Peppers, Oasis... También me he encontrado discos que me gustan, sin que me entusiasme la portada, por muy icónica que sea, como la del ‘Nevermind’ de Nirvana. Y alguna que me gusta, pero sin entusiasmarme, como el ‘Another Time’ de Bryan Ferry. Por eso, este párrafo lo encabeza este disco que no conocía de nada, pero ¿quién se puede resistir a esa portada y a esa piscina? Webb Pierce fue un cantante de country, uno de los más famosos de los 50, al que le fue lo suficientemente bien como para construirse esta fantasía de piscina con forma de guitarra. Se encuentra en Nashville, Tennessee. En los 70 a Webb no le iba tan bien y se dedicó a hacer visitas guiadas por su mansión. 3.000 personas a la semana paseaban por la mansión y la orilla de la piscina. Y, claro, también podías comprar souvenirs, como, por ejemplo, un tarro de cristal con agua de su piscina por 1$.
Un podcast para flanear entre piscinas
Antes de La Trastienda, Blanca Lacasa y Juan Rodríguez hacían un programa estupendo en M21 Radio llamado La Flaneadora. El último episodio fue un especial también dedicado a las piscinas. Si te ha hecho gracia el tema de este boletín, el podcast te va a chiflar. Solo por la lectura del inicio de ‘El Nadador’ de John Cheever, y por el recorrido por las piscinas madrileñas del siglo pasado, ya merece mucho la pena.
Un libro con una piscina en la portada
¿Soy el pesado que nombra a J. G. Ballard en cada newsletter? Mmm, sí, puede ser. Estoy pensando en leerme este libro por tercera vez, así que prepárense. Siempre recomiendo este libro de Ballard: ‘Para una autopsia de la vida cotidiana. Conversaciones’. Editado por Caja Negra en 2013, recopila varias entrevistas con el autor de ‘Crash’ aparecidas en Re/Search, y en FAD. Si alguna vez has intentado leer a Ballard y te ha parecido demasiado complejo, o si no te gusta la ciencia ficción, este libro es una buena manera de zambullirse –guiño, guiño, codazo, codazo– en su mundo. A veces tengo dudas con las portadas de Caja Negra, pero ésta me gusta. De nuevo la piscina como sueño pequeñoburgués, la piscina vacía, sin función, abandonada. Iba a decir que no hay nada más triste que una piscina vacía, pero en realidad no hay nada más evocador.
No creo que tenga mucho que ver, pero veo que Libros del KO tiene publicado un título llamado ‘Piscinosofía’ escrito por Anabel Vázquez. No tengo ninguna referencia ni de libro ni de autora. ¿Alguien lo ha leído?
Cinco canciones sobre piscinas
La de Family y la de Loudon Wainwright III eran obligatorias. Las habré escuchado mil veces, y me vienen a la cabeza casi siempre que voy a hacer unos largos. La de Kendrick Lamar no la tenía tan presente, pero es un jitazo. La de Slant 6 la conocía, porque había escuchado ese disco bastante, pero no había hecho la conexión con el tema de hoy. Y reconozco que la de Wire no la conocía. Pero, oye, es que son Wire.