STOP. LOOK. Películas, tebeos, dólmenes y mascotas
Repaso a las películas vistas durante el mes de mayo. Un comic que he rotulado. Una canción encadenada. Un plan por si estás en Londres a finales de junio. Siguen las finales de la NBA.
Quince películas
He visto quince películas este mes. Dos de este año: ‘Beau Tiene Miedo’ de Ari Aster y ‘La Hija Eterna’ de Joanna Hogg. La segunda, bien, sin más. Las tres horacas de Ari Aster, bien, pero con algo más de enjundia. Mejor que ‘Midsommar’ (no era difícil, porque no me gustó nada), pero puede que peor que ‘Hereditary’. O quizá no. No tiene mucho sentido hacer estas comparaciones y, de todas formas, creo que merece la pena verla, aunque sea solo porque me pasé luego un par de días pensando en ella. Si hay una categoría de películas que se disfrutan más cuando se piensan que cuando se ven, ‘Beau Tiene Miedo’ podría estar ahí fácilmente.
Sigamos con el recuento temporal. Una de los 10, ‘Animals’ de Marçal Forés que me sorprendió bastante (para bien). Y ya, ahí acabamos con el siglo XXI. Definitivamente, vivo en el siglo pasado. Lo asumo y disfruto, y como casi todas estas películas viejas las estoy viendo por primera vez, creo que me libro un poco de caer en las garras de la dichosa nostalgia. He visto una de los 40, que me ha gustado tanto que me ha hecho preguntarme por qué veo tan poca comedia clásica: ‘Los Viajes de Sullivan’ de Preston Sturges. Está en Filmin, es cine dentro del cine, es Los Ángeles, cuenta mil cosas haciéndote reír, y es un poco imposible no enamorarse de Veronica Lake.
De los 50 nada, pero de los 60 vi tres. ‘La semilla del Diablo’, que la habré visto 3 o 4 veces, pero por fin pude verla en pantalla grande. De los 90, una de la que ya hable en esta newsletter; de los 80, un par. Y los 70, como era previsible, aunque no premeditado, es la década de la que más he visto. De Carlos Saura este mes ha tocado ‘Elisa, Vida Mía’, otra maravilla más, y puede que mi favorita suya ahora mismo. De Geraldine Chaplin, en estado de gracia en estos años, y como unas líneas antes con Veronica Lake, es imposible no enamorarse. El de Fernando Rey pasa directo a ser uno mis personajes favoritos de la ficción, con su ambición escasa y sus ganas de hacer cosas. Del mismo año, 1976, es ‘El Anacoreta’, ya hablé de ello en La Trastienda, y ahora viendo la casualidad de la fecha, creo que claramente hay un hilo entre el personaje de Fernando Rey y el de Fernando Fernán Gómez.
Mención especial para un par de marcianadas postapocalípticas: ‘Phase IV’ de Saul Bass, que aunque era previsible, no deja de ser asombroso, la cantidad de imágenes bellísimas que tiene. No apta para gente que le den asco los insectos. Y luego ‘Animales Racionales’ de Eligio Herrero, entre el arthouse y la sexploitation; sin palabras, literalmente: no hay diálogos.
Un comic con el que me he pasado meses
A veces los comics se pasan meses en la mesilla de noche. A veces te quedas embobado mirando una página y no avanzas más. ¿Para qué? Con lo bien que se está en un horizonte de María Medem, en una ciudad de Jack Kirby, en una página de anuncios de Chris Ware. ‘Ultrasound’ en realidad es un poco lo contrario, tiene la urgencia de un thriller con un pie en Cronenberg, otro en ‘Coma’, otro en Lynch, otro en las movidas de MK Ultra, otro en Brian de Palma. Ya van cinco pies. ‘Ultrasound’ tiene muchos, y es un poco escurridizo. Pero yo me he pasado meses con ‘Ultrasound’ porque he hecho algo que nunca había hecho: rotular un tebeo. 400 páginas de diálogos rotulados a mano –y aquí sí que hay diálogos– me han hecho pasar unos cuantos meses con la obra de Connor Stechshulte, y meterme un poco en esas cabezas de la preciosa portada del comic. Usando una frase comodín de las redes sociales, diré que estoy muy contento con cómo ha quedado y de la actividad en sí. El proceso de rotular como algo un poco meditativo. Además, está impreso a 5 tintas que se ven, se sienten y huelen maravillosamente bien, y esto es una filia que seguro que algún fetichista del objeto impreso comparte. Publica Libros Walden.

Una canción que es siempre la misma canción
Siempre se ha dicho esto de Lungfish, que toda su carrera se ha construido sobre la repetición de la misma canción con pequeñas variaciones. Algo injusto, pero no le falta razón al que lo dijo. Y es algo que se puede decir de muchos grupos, pero en este caso creo que esa puede ser su mayor virtud, porque, ¡menuda canción! Canciones río donde el bueno de Daniel Higgs da rienda suelta a su verborrea; canta, recita, suda, vomita y escupe; estructuras repetitivas, bajos que te revientan. Ei, he conseguido no decir guitarras afiladas. ¿Grupo favorito de Dischord junto a Fugazi? Sí, sin duda. Esta no es la canción que se cita en ‘Ultrasound’ pero es una de mis favoritas de Lungfish:
Por cierto, ¿qué ha sido de Daniel Higgs?
Una proyección en Londres
No me enteró de la mitad de las cosas que pasan en Barcelona, y aquí estoy deseando teletransportarme a Londres el 21 de junio. He visto ‘The Wicker Man’ tres o cuatro veces, una de ellas en pantalla grande, así que no es tanto por el visionado en sí, sino por la vinculación evidente e inevitable con Weird Walk, y por la charla posterior. Weird Walk se define como:
A JOURNAL OF WANDERINGS AND
WONDERINGS FROM THE BRITISH ISLES
Weird Walk es uno de los fanzines que más he disfrutado últimamente, tanto en lo visual como en el contenido. En él se dan la mano psicogeografía, hauntología, monumentos neolíticos, Folk Horror, tradiciones paganas, caminatas, Dungeon Synth o Acid Folk, entre otras cosas. También hacen unas playlists muy recomendables en Spotify. En Barcelona antes se podía conseguir en Chandal, no sé si las seguirán teniendo.
Una mascota de la NBA
Siguen las finales. Hablar de la gráfica del otro finalista no tiene mucho sentido, porque los Miami Heat llevan usando el mismo logo desde 1988. Me imagino que estarán muy contentos con él, porque seguro que más de un estudio de diseño ha intentado engañarles con algún rebranding. Y como la NBA es una fuente inagotable de noticias extradeportivas, he estado leyendo sobre Rocky, la mascota de Denver, la mejor pagada de la NBA con algo más de 600K dólares al año. Cosas de las que me he enterado: la identidad de las mascotas de la NBA es secretísima, nadie sabe quién es Rocky, igual que nadie sabía quién estaba dentro de los globos oculares de los Residents. Ojalá los Residents de mascotas de un equipo de baloncesto.
También leo, en este artículo de The Athletic, que se podría haber llamado ‘todo lo que nunca te planteaste sobre las mascotas deportivas’, que el humano sin nombre dentro de Rocky tiene un hijo, que está dentro de Hooper, la mascota de los Detroit Pistons; y que antes estuvo dentro de Moondog, la de los Cleveland Cavaliers. Y al parecer hay otro hijo que está también en el… sí, negocio de las mascotas deportivas. De nada, siempre es un placer facilitar información inútil.

Debería haber parado en el párrafo anterior, lo sé, pero no he podido evitar pensar en ‘De tal palo tal astilla’, que es como se tradujo este clásico de vídeoclub, con Kirk Cameron antes de convertirse en fanático religioso, y con Dudley Moore no en su mejor momento.