Dentistas del futuro, abrigos del pasado
Dentistas, Steve Martin, Björk, videojuegos, Donald Sutherland, el banjo de Jerry Garcia, escuchas, visionados y efectos de sonido de la BBC
Llevo unos meses yendo al dentista. Hacía mucho que no iba, y el cambio tecnológico me hace sentir como un viajero en el tiempo cada vez que José saca un cachivache. Mi imagen mental de un dentista es Steve Martin enloquecido e histriónico en ‘La pequeña tienda de los horrores’, pero por suerte –¡gracias, progreso!– la tecnología ha hecho que todo esté más cerca del vídeo de ‘All is full of love’ de Björk, dirigido por Chris Cunningham. Bueno, todo no. La música de fondo no es de la islandesa; en realidad acostumbra a ser una playlist en YouTube que da más miedo que el instrumental que usaba Steve Martin en la película de 1986: Maná, Andrés Calamaro, Luis Miguel, Alejandro Sanz…
El otro día, José sacó un cacharro que para mi venía directamente del futuro, o por lo menos de una realidad que solo había conocido en los videojuegos o en el cine. Un escáner que te meten en la boca, y que, si lee y registra bien tus dientes, suena. Suena y crea una musiquilla muy de 8-bits, que me trajo a la cabeza todas las horas que pasé jugando al Zelda I y II para la Nintendo hace dos millones de años, o el ‘Ocarina of Time’ al que nunca jugué, pero que sé de que va. Cuando un diente se registraba bien emitía un sonido alto, vibrante, armónico. Un sonido bello. Cuando esto no ocurría, el sonido era apagado, pocho. En algunos casos inaudible. Una ausencia de sonido, y de diente.
El escáner, que tiene una función más allá de deleitar los oídos de aquellos a los que nos gustan los pitiditos, reproduce en una pantalla la forma de la dentadura en 3-D. Con todo lo bueno, malo, indescifrable y espeluznante que ello implica. Concentrado en el sonido, no pude evitar pensar en que hasta los dentistas están gamificados. Cuando el sonido era alto, claro y brillante; la lectura era exacta y la figura en 3-D se ponía verde, y a mí me daba la sensación de haberlo hecho bien. Como cuando completabas una fila del Tetris –todas mis referencias a videojuegos son del pleistoceno–. ¿Habré segregado dopamina a la vez que disminuía mi cuenta corriente? ¿Es deliberado que esa musiquilla 8-bit tenga un punto nostálgico para relajarnos? ¿Podría ir esta música más allá y usarse con fines malévolos? El Steve Martin de ‘La pequeña tienda de los horrores’ seguro que podría programar para que sonase Merzbow cada vez que el escáner encontrase una caries, Keiji Haino cuando hiciera falta una endodoncia, y Unsane para las extracciones. Síganme para más ideas de traumatizar a la población. Prometo que escribo todo esto por el puro placer de divagar y no por el uso indebido de algún tipo de anestesia.
Gracias de nuevo a los que han hecho su pequeña aportación a esta newsletter a través del Ko-fi. Y también a los que habéis comprado el fanzine de El Drugstore que he hecho. Si alguno quiere hacer cualquiera de las dos cosas, aquí tiene el enlace:
El abrigo azul de Donald Sutherland
Murió Donald Sutherland hace unos días. Exactamente una semana después de haber visto por fin en un cine ‘Amenaza en la sombra’. Ya he hablado por aquí de la peli de Nicolas Roeg, y de lo que me fascina. No quiero ser pesado recomendándola una vez más, pero... No voy a hacer un obituario, ni a repasar su inabarcable filmografía, entre otras cosas porque no he visto ni la mitad. No voy a decir que ya les vale a los medios que titularon: “Muere el actor de Los juegos del hambre”. Bueno, sí, tengo que decirlo. Ya les vale. No voy a listar mis favoritas, aunque los fotogramas de abajo sean una buena pista. En realidad, escribo esto desde la convicción de que se ha perdido un gran actor y blabablá, pero sobre todo desde la sensación de que se va perdiendo una presencia, una época, una forma de estar, una manera de saber llevar los trajes, los abrigos, las gabardinas. Y, aunque nos de mucha pena los dos segundos que pasamos compartiendo una foto suya en un story de IG, así ha de ser. Amar ese cine, ese nuevo-cine-americano que ya tiene 50 años, es dejarlo marchar, aunque sea inevitable volver a él y no parar de descubrir cosas nuevas. Disfrutar de la vibración, de la resonancia que puede llegarnos hasta hoy. Fijarnos en cosas nuevas. El último visionado de ‘Amenaza en la sombra’ me ha hecho obsesionarme con el abrigo azul eléctrico que lleva Donald Sutherland por los canales de Venecia. Una prenda que podría parecer inapropiada para un padre de luto en una ciudad tan llena de iglesias como Venecia, tan triste, tan oscura y ocre en invierno. A propósito de otra Venecia, la que recuerda Proust en ‘En busca del tiempo perdido’, Clara Ramas –en el muy recomendable ‘El tiempo perdido: memoria y deseo’– comenta: “… solo podemos mirar, oír, saborear, sentir Venecia si dejamos de buscarla, si dejamos de querer aferrarla, si su perfume nos golpea desde un frasco cerrado que abrimos de repente […] La verdadera belleza de Venecia no aparece en la Venecia presente, en la Venecia que ocurrió, sino en la reminiscencia de ella. La verdadera belleza de Venecia es la Venecia que nunca ocurrió: la verdadera belleza de Venecia está en el éxtasis de nuestra memoria y en nuestro deseo. Se trata de encontrar el éxtasis en la angustia de lo perdido en tanto que perdido.”
Prácticamente mientras escribo esto aparece la noticia de la muerte de Shelley Duvall, otro icono cuyo recuerdo congelado de juventud y belleza se impone a la persona en que se convirtió, rodeada de los demonios con los que tuvo que combatir hasta su muerte. Descansen en paz los dos, descanse en paz ese cine.
Deadheads, we are everywhere
Volví a ver también ‘La invasión de los ultracuerpos’, en pantalla grande y gozándolo muchísimo. Es de esas películas que podría ver una vez al mes y siempre encontrar algo nuevo, quedarme atontolinao con algún plano, con la tele que muestra un partido de los Warriors, con las miles de plantas, con algún rótulo o con algún edificio de San Francisco. Una de las sorpresas de este visionado fue encontrarme el nombre de Jerry Garcia en los créditos. Si hay un canon de películas sobre San Francisco, ‘La invasión de los ultracuerpos’ tiene que estar ahí. Pocas películas capturan tan bien la sensación de locura y paranoia que te asalta cuando estás en San Francisco. Y ¿qué hay más de San Francisco que Grateful Dead? Imagino que algo así pensarían Philip Kaufman y su equipo cuando eligieron que Jerry Garcia tocase la música que interpreta el músico callejero que aparece en un par de secuencias junto a su perro. Si han visto la película, probablemente recordarán al perro.
‘La invasión de los ultracuerpos’ despliega sus raíces por el San Francisco contracultural, o lo que quedaba de él en 1978, convertido en un oscuro poti-poti de malos viajes, descartes de la sociedad y del espacio exterior. Si alguno de ustedes ha estado, es fácil reconocer unos cuantos sitios. Jerry Garcia, que también tiene un pequeño papel en ‘Encuentros en la tercera fase’, era un gran aficionado a la ciencia ficción. Y siempre se habla de lo importante que fue ‘Más que humano’ de Theodore Sturgeon para Grateful Dead. Así que imagino que esto fue como dirían los americanos, a match made in heaven, o bueno in outer space.
EL DRUGSTORE HA ESCUCHADO. Junio
Me pasé medio mes escuchando ‘The Deep Ark’, el mix-remix-megamix-max-mix-ultramix de 8 horas de electrónica warpiana del que hablé en el anterior boletín. El otro medio estuve escuchando ‘On Another Level’ de Los Hermanos, que ni me sonaba, gracias a este post de @frankiepiza. En 2005, cuando salió ese disco, yo estaba en otros menesteres. Quizá en los de los Battles de Tyondai Braxton, que sale en la lista de este mes en solitario. En 2005 probablemente me hubiese gustado el de Cuneiform Tabs y Skeet. Si hubiese escuchado a Boymerang habría dicho que me gustaban más Bark Psychosis, que es de donde viene. No sé si en 2005 sabía quién era Arthur Russell, creo que aún no. Pero sí que escuchaba de vez en cuando a The Sea and Cake, y estoy convencido que un concierto de Sunwatchers o de Oleksandr Yurchenko lo habría disfrutado bastante.
EL DRUGSTORE HA VISTO. Junio
Como el mundo esta lleno de opinadores profesionales, cada vez me parece más innecesario añadir la mía cuando repaso las películas que he visto. Así que nuevamente lo dejo en mano de usuarios de Letterboxd y Filmin. Algún día tengo que adentrarme en Filmaffinity.
El experimento del doctor Quartermass (1957): “¿Pero esto qué es?”. Este usuario de Filmin le da un 0. No comparto su animadversión por este clásico-de-la-Hammer (hay que decirlo del tirón con la boca llena), pero me ha hecho gracia imaginármelo como si fuera Matías Prats.
Sexo, mentiras y cintas de video (1989): “En el transcurso de un mundo analógico al digital actual, la mentira ha encontrado su medio natural”. ← Usuario intenso de Filmin vs usuario ocurrente de Letterboxd →: “Not enough sex, too much videotape. Medium on the lies”.
Una mujer bajo la influencia (1974): “is this a manifesto for the abolition of family?”.
Paris Is Burning (1991): “oh wow :’)”
Vivir y morir en Los Angeles (1985): “My nose just started bleeding from the amount of coke permeating through that film”.
Altered States (1980): “William Hurt locking himself in an outdated trip chamber trying his hardest to become a non-physical form of photo-consciousness directed by Ken Russell. In other words... cinema.” Pero también “a trippy movie about everything a man has to go through to be able to say ‘I love you’ back”.
Amenaza en la sombra (1973): “Una enciclopedia del horror europeo bañada en ácido.”
El último testigo (1974): “Warren Beatty cannot relax / But still needs to cover his tracks / He'll follow instead / The Space Needle thread / Until he can find Parallax.”
Jo, qué noche (1985): “this is why i never go out.”
La noche de la iguana (1964): “My sexuality is Ava Gardner’s exposed shoulder.”
Caro diario (1993): “nada más valenciano que un cine entero descojonándose porque en los créditos aparecía una señora que se llamaba rita barbera.”
La guarida del gusano blanco (1991): “Película maravillosamente abyecta.”
Estallido (1995): “Hubiéramos parado mucho antes el COVID si el señor de Wuhan se hubiera hecho un par de Polaroids con el pangolín.”
Un par de seductores (1988): “a movie about how Americans can’t tell the difference between a posh British accent and a working-class British accent.”
Efectos de sonido de la BBC
¿Han fantaseado alguna vez con hacer grabaciones de campo? Ya saben, grabar los sonidos que nos rodean. Ordenarlos, mezclarlos, modularlos. ¿Han querido emular a Annea Lockwood o a Chris Watson? Pero, y es un buen pero, ¿les ha dado pereza salir de casa y ponerse a grabar? En ese caso les traigo un juguete para que se entretengan las noches de verano. La BBC tiene una web donde recopila 33.000 efectos de sonido grabados aquí y allá por la BBC Radio Workshop en los últimos 100 años; y también 15.000 sonidos del archivo de la Natural History Unit. La grabación más antigua data de 1889 por Ludwig Koch, hay grabaciones de David Attenborough o del ya mentado Chris Watson.
Los sonidos se pueden filtrar por duración, continente, y por diferentes categorías: aplausos, animales, relojes, multitudes, pasos, vida cotidiana, deportes, transporte… Pero ahí no acaba el asunto. La web te permite escuchar y mezclar estos sonidos. Grabarlos y descargar el resultado en un hermoso archivo .wav. No se piensen que es el Logic esto, pero para entretenerse uno un rato está bien. Enjoy!