Monos en remojo y jerséis de abuelo
Navidad, caritas sonrientes, un museo en Roma, el parque de atracciones, máscaras, Octavia Butler, Tom Verlaine, Aphex Twin y eclectic grandpas
Pocas cosas describen mejor estas fechas tan señaladas que vienen como el gesto de Harvey Ball, en la foto de abajo, en contraste con su creación. No tengo nada en contra de la Navidad, aunque no simpatizo con una tradición religiosa, en la que no creo, que ha devenido en consumismo salvaje. Bueno, quizá sí tengo algo en contra, pero al menos no me da bajón. Ni me va ni me viene. Harvey Ball, con su semblante serio, fue el creador de la carita sonriente que usamos cada día en forma de emoji. Fue un artista gráfico freelance, contratado por una empresa de seguros para crear una campaña que animase a los trabajadores después de una fusión con otra aseguradora. Ahí hubo despidos a mansalva, si no ¿para que hacer una campaña así? Harvey Ball cobró 45 dólares en 1963, unos 400 ahora. Nació, trabajó y creó la cara sonriente en Worcester (Massachusetts). Pequeño paréntesis autobiográfico. Worcester fue la primera ciudad de Estados Unidos que pisé en mi vida. Después de aterrizar en el aeropuerto Logan de Boston y de atravesar la autopista Mass Pike canturreando la canción del mismo nombre de The Get Up Kids, llegue a Worcester. Una gira de hace unos años del grupo tuvo como póster un globo con la carita sonriente. ¿Casualidad? Harvey Ball no fue avaricioso y no registró su creación. Sin embargo, vio como la carita sonriente crecía alegremente (🙂🙂🙂), convertida en símbolo hippie, en portada de la revista Mad o estampada en pastillas de éxtasis en el segundo verano del amor. Anímate, Harvey, que ya queda poco para que acabe la Navidad.
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Unas magdalenas de Proust, de aquí, de Madrid
En esto días de volver a casa por Navidad –cuando se puede o quiere, claro, sin presiones–, termina uno mirando atrás le apetezca o no. Yo vuelvo a Madrid, con más extrañeza que nostalgia. Hace unos días me crucé con unas fotos, pequeñas cápsulas del tiempo de dos momentos muy diferentes. Por un lado, el Parque de Atracciones, esa especie de arcadia infantil a la que iba un día de verano al año. Un plan de ilusión que siempre estaba ahí. No es un sitio en el que piense a menudo y, en realidad, solo he vuelto una vez en edad adulta. Sin embargo, el recorrido fotográfico que propone Visit Spain 1970, cuenta de IG dedicada a “explorar la historia del ocio y el turismo en España a través de los souvenirs”, me ha dado unas ganas tremendas de viajar en el tiempo a esa Disneylandia a la española que era el Parque de Atracciones. A partir de 1975 a ser posible. Recomiendo leer los textos también, sobre todo el del Pintoyó y su relación con Damien Hirst, pero también el del platillo volante (¿precedente de mi interés por la ciencia ficción?), y el del tren fantasma (¿precedente de mi interés por terror?).
La otra imagen no la puedo enseñar porque no me di cuenta de hacer un pantallazo. Y no recuerdo ni quien la posteó. Aunque sí creo que le he copiado lo de nombrar a Proust y sus magdalenas. Era una foto del sótano de las revistas de la FNAC de Callao. A pesar de haber pasado media juventud allí, no me había planteado que alguien lo fotografiase. En una época en que las cosas no se documentaban tanto como ahora, nunca pensé que algo así mereciese la pena ser capturado, aunque sea parte de la educación sentimental de muchos. Igual que imagino que tampoco hay fotos de la Filmoteca de finales de los 90. ¿Merecerían las revistas de la FNAC un artículo como aquel sobre la Filmoteca del primer Bang!? Probablemente, aunque a mí la memoria me traiciona. Si alguien tiene más neuronas disponibles que yo, que lo haga. Y si tiene la foto, que la pase.
Una tienda, un museo
¿Otra vez Dario Argento? Sí, otra vez. Ya saben que hay obsesiones que van y vienen y que aquí se repiten. Como Robert Wyatt, Grateful Dead, Sun Ra o ‘Amenaza en la sombra’. He leído esta entrada en blog del BFI, y en este caso solo quiero compartir la alegría que me da ver que Profondo Rosso, la “dungeon-like museum of horror memorabilia” de Dario Argento, sigue abierta. Medio tienda, medio museo, todo fantasía. Abierta en 1989, se encuentra en Via Dei Gracchi, 260. No muy lejos del Vaticano. En realidad, es un buen combo. Por la mañana puedes ver a Laocoonte y sus hijos –que ya es un poco de peli de terror– en el Vaticano, y luego descender a las mazmorras que recrean, con material de las películas, escenas de ‘Phenomena’ o ‘Demons’. En la planta calle se pueden comprar películas, libros y merchandising. También se pueden ver fotos con visitantes ilustres como Tim Burton o Ray Bradbury. Parece que sigue igual. Espero que por muchos años.
Baterías y máscaras
¿Otra vez Robert Wyatt? Sí, señora, señor. Ver el punto anterior. Siento si me repito, pero no podía dejar pasar este vídeo de Matching Mole, grupo que forma Robert Wyatt después de Soft Machine. El clip es una actuación de 1972 en el programa de televisión francés Rockenstock. ¿Han visto la máscara que lleva el bueno de Robert? ¿La energía con que toca la batería? ¿Hay precedente más claro de Lightning Bolt? ¿Son Robert Wyatt y Brian Chippendale la misma persona? ¿Me estoy flipando?
Una celebración tardía: Octavia Butler
No tengo tan leída a Octavia Butler como me gustaría, tan solo la serie de las Parábolas. Tengo en la mesilla de pendientes unos cuantos libros más suyos. Mientras tanto, veo como su figura cobra cada vez más relevancia. Como voz clarividente que supo ver el lío enorme en el que estamos metidos como planeta, y también como una de las madres del Afrofuturismo. Durante los días posteriores a la DANA de Valencia, se citó mucho un ensayo suyo de 2000, publicado por la revista Essence, titulado: “A Few Rules for Predicting the Future”. Ellen O’Grady hizo esta tira a propósito del inicio del artículo. Feliz 2025.
Lo siguiente tiene más tiempo, es de 2022. NTS, la ultracool radio online inglesa, le dedicó el 22 de junio, celebrando lo que habría sido su 75 cumpleaños, un día entero de emisiones alrededor de la figura de Octavia Butler. Hay un poco de todo. Mucho spoken word, mucho free-jazz, electrónica experimental, mucho ambient y R&B desestructurado de ese tan acorde a estos tiempos. Yo fui de cabeza a la parte de Black Quantum Futurism, que ya más de uno sabe que tengo debilidad por Moor Mother y aledaños. Merece la pena perderse un rato. Si se quieren perder el día entero, eso ya lo dejo en sus manos.
6 horas con Tom (Verlaine)
Seguimos con formatos largos. “No one, not a soul, wanted this because it’s a profoundly, even exhilaratingly stupid idea”. Si alguien justifica así su proyecto ya tiene automáticamente toda mi atención. No sea tan duro consigo mismo, Ty Burr. Probablemente su idea es más genialidad que estupidez. Y por no pedida, desde aquí la celebramos. Internet debía ser esto. Lo que ha hecho el crítico Ty Burr es recopilar, en un vídeo de 6 horas, el solo de ‘Marquee Moon’ de Television –seguro que más de uno lo está tarareando ya–, a partir de grabaciones de los últimos 45 años. La primera es de 1974 y la última de 2019. Hay tomas de conciertos de Television, de Tom Verlaine en solitario, un actuación con Patti Smith; en el CBGG, en el Max’s Kansas City, en el Paradiso de Amsterdam, y sí, está la versión del disco.
Como pasaba cuando comenté ‘The Depp Ark’, la recopilación de 8 horas de electrónica warpiana creada por The Arkitekt, el reto de estas obras monumentales en tiempo es encontrar el momento para disfrutarlas. Para más de uno pasar 6 horas escuchando una y otra vez el solo de ‘Marquee Moon’ quizá sea una tortura digna de Guantánamo. Aunque solo habré escuchado una cuarta parte seguida, hay algo un poco hipnótico que no puedo evitar que me atraiga en estar atrapado en un pasaje que unas veces dura 3 minutos y otras 7 o 14. Es una sensación similar a la que produce escuchar ‘Grayfolded’ de John Oswald, construido a partir de más de 100 tomas de ‘Dark Star’ de Grateful Dead. De esto ya he hablado seguro porque es uno de mis discos favoritos, y porque lo que hace John Oswald es una maravilla. Una obra independiente de la canción que referencia y, también, absolutamente hipnótica. Esto de Tom Verlaine no mola tanto, pero se disfruta. Me ha hecho pensar también en esa persona a la que se le ocurrió loopear a un mono tomando un baño con música de Aphex Twin. En mi memoria era un vídeo corto, pero encuentro que lo ha convertido en uno de 4 horas, en 4K (WTF!). También veo que ha hecho lo mismo con ‘Rhubarb’, unos capibaras a remojo y unos melocotones flotando durante dos horas. Eso sí, no está en 4K.
Lou Carnesseca y sus jerseys
Sin quererlo me ha salido un boletín bastante navideño. Ahora: jerséis, suéteres, pulóveres. Hace unas semanas murió Lou Carnesecca a los 99 años. Lou Carnesseca –no saben lo que me estoy conteniendo para no hacer algún chascarrillo de mal gusto con su apellido–, fue un entrenador de la NCAA y de la ABA. Fue entrenador de los New York Nets antes de que se mudasen primero a New Jersey, y después a Brooklyn. No es la primera vez que se habla aquí de las vestimentas de los entrenadores de baloncesto. Y aunque el bueno de Lou no practicase lo de llevar traje, desde aquí todos mis respetos por la arriesgada elección de esos jerséis con motivos de naturaleza, de pesca, de caza. O el icónico de formas geométricas con el que Rick Pitino, entrenador en la NCAA del equipo masculino St John’s, le homenajeó hace unas semanas. Me parece fatal que en la NBA no lo hayan imitado y hayan puesto a todos sus entrenadores con un suéter de estos sacados del Humana. Les saldría más barato que los esquijamas feos esos de Nike que llevan ahora. Y según me informa el departamento de tendencias de esta newsletter, este estilo hasta tiene un nombre: eclectic grandpa (🤯👴🏻).
El Drugstore ha escuchado. Diciembre
Me permitirán hacer trampas. Pero la playlist de diciembre llega antes del día 31. Este es un mes extraño. Si los años, a efectos de listas, acaban a principios de diciembre, ésta puede quedar lista para regalo unos días antes de Navidad. La razón, un probable próximo boletín dedicado a recopilar pareceres sobre el año y contribuir al exceso de listas. Pero vayamos por partes. Primero diciembre, con un Haruomi Hosono relajado sin saber qué hacer con un revólver. Felices fiestas.