(Otro) último vistazo a 2023
Primero el carbón y luego los regalos. Vengo a quejarme, vengo a pedir. A pedir que este 2024 nos traiga salud, dinero, amor y teléfonos móviles guardados en el bolsillo y en modo avión en el cine. Dentro de las cosas sin importancia que me cabrean –las importantes se las imaginan: genocidios, el precio de la vivienda, el auge de la extrema derecha, el capitalismo…–, sacar el móvil en el cine es la que más lo hace últimamente. Estoy seguro de que ustedes, lectores de esta newsletter, son gente de bien que no hace estas cosas. Pero hay quien lo hace, que yo lo he visto y sufrido. ¿Es necesario hacer un montón de fotos pochas durante la proyección de ‘Pink Flamingos’ para (imagino) ponerlo en Instagram? En IMDB hay un montón de capturas. ¿Grabar no sé cuántos videos durante un documental de Morton Subotnick? ¿Es necesario shazamear cada canción que suena en ‘Hardware’ de Richard Stanley? ¡Pero si existe Tunefind.com, leñe! ¿Es necesario hacer scroll infinito con el brillo al mínimo como forma de protesta porque no te gusta la película a la que te ha llevado tu pareja? ¿Es necesario consultar en Filmaffinity en qué otra película salía ese actor? Yo también tengo la duda, pero me espero a que acabe la película. La paciencia, aunque en desuso, es una gran virtud. Si algo me alegra de haber vuelto a ir al cine –hubo unos 10 años en los que apenas iba– es la posibilidad de desconectar. Y junto a dormir, aunque (¡ufff!) ahora quieren rentabilizar esto también, me parece la más eficaz. Un par de horas sin notificaciones, sin e-mails, sin mensajería instantánea que ojalá no lo fuera la mayoría de las veces, sin necesidad de que te vendan ni vender nada, con la dopamina quieta, sin tener que ser productivo. A mí me suena al paraíso (perdido). No se tomen esto como un berrinche, aunque lo sea, sino como una declaración de amor a las salas de cine. Repito esta viñeta que puse hace varias newsletters de Nathan Gelgud que vuelve a venir mucho a cuento.
Y dicho esto, aquí van mis playlists de escuchas y visionados de diciembre con unas cuantas recomendaciones, y alguna que otra recapitulación de 2023 que me ha traído, y traerá, descubrimientos y dado alegrías.
STOP. LISTEN. Diciembre
La última playlist de 2023. Algunas de mis canciones favoritas recientes llegaron en diciembre. Gracias a algunas listas, me puse al día de discos que ni me había enterado que hubiesen salido: el de Meg Baird es de enero y tiene una canción increíble que me pasé días escuchando varias veces: ‘Will you follow me home?’. Lo mismo con Hayden Pedigo, Hataalii, Equipment Pointed Ankh o Mark McGuire. La de H31R no recuerdo de donde salió, o quién la recomendó, pero fue la última canción que escuché en loop en 2023, en un tren entre Madrid y Barcelona. Muy recomendable todo el disco, sobre todo si este año has echado en falta un lanzamiento en solitario de Moor Mother. Lo nuevo de Sunwatchers salió a finales de noviembre, y siempre funciona bien esa mezcla de free jazz, kraut, psicodelia y punk. El de John Coltrane con Eric Dolphy, el de Jerry Garcia o el de Idris Ackamoor los tenía pendientes desde hacía tiempo. A Khotin, Pachyman los conocí por otra lista. Sí, es un mes divertido para descubrir música.
STOP. LOOK. Diciembre
Gran parte de lo visto este mes tiene que ver con el festival Phantasma que hacen en el cine Phenomena durante el puente de diciembre. El resto ha sido aprovechar el In-Edit online, y ponerme (un poco) al día con alguna obsesión reciente: Larry Cohen, Gregg Araki…
Las películas que me han gustado, mucho: Pongo en grande, sobre estas líneas, ‘Están Vivos’ porque no la veía hace años, y verla en pantalla grande fue una gozada. Pena que siga tan vigente todo el menaje anti-Reagan, anticonsumismo. La de John Carpenter haría un doble cartel maravilloso con ‘The Stuff’ de Larry Cohen, de temática similar y no tan brillante pero mucho más loca, y eso en esta casa siempre es aplaudido. Supongo que por eso mismo, ‘Nowhere’ de Gregg Araki me gustó tanto (y por los doscientos guiños pop: de Traci Lords a Gibby Haynes, la pegatina de Bikini Kill, las referencias a Siouxie…). ‘El Pájaro de las Plumas de Cristal’, de Dario Argento, los giallos estilizadísimos son mi comfort place.
Las películas que me han gustado, pero no tanto: ‘City of the Living Dead’, pues con Fulci, como con Argento, qué gustera verlas en un cine. ‘La monja poseída’: nunsploitation, cultos satánicos, Cristopher Lee y Nastassja Kinski. No tengo más que añadir. Volví a ver ‘The Duke of Burgundy’, y quizá sea el efecto de haberla visto en cine, pero me gustó bastante más que a principios de año. De ‘Golpe en la pequeña China’ puede que hiciera 35 años, y me acordaba más del videojuego de Spectrum que de la peli en sí. No es mi favorita de Carpenter, pero, oigan, he crecido con esto. ‘La Serpiente Voladora’ casi parece desarrollarse en el mismo mundo que ‘God Told me to’ y a mí me vale. Lo compro, y lo disfruté mucho. No había visto nunca ‘Pink Flamingos’, ya saben lo qué es, no seré yo el que vaya a decir nada nuevo. Igual con ‘Los Espigadores y la Espigadora’ de Agnès Varda, y con ‘Santa Sangre’ de Jodorowsky.
Las películas que ni fu ni fa: Los tres documentales del In-Edit. Uno sobre Max Roach, otro sobre el Grime y el otro sobre Trojan Records. Cuentan cosas interesantes pero, como películas, poco que decir. Con ‘The Other’ creo que iba con muchas expectativas, y con ‘Las Colinas tienen Ojos’ de Wes Craven un poco lo mismo aunque a ratos tenga cosas que me gustan mucho. ‘Hardware’ de Richard Stanley, divertida, pero ni fu ni fa.
Las películas que no me han gustado: ‘La Sociedad de la nieve’, it’s not my cup of (iced) tea.
No se vayan, aún hay más listas de 2023
Puede ser que, como yo, no hayan tenido suficiente con las mil listas que hay por ahí, ni con el tocho de newsletter que mandé a finales de diciembre. Si son de esos que encuentran en las listas un hilo del que tirar y nunca acabar, de alimentar la curiosidad y el entusiasmo por el futuro descubrimiento, aquí tienen más madera, madera para un rato, madera metafórica, no quemen nada por favor, que hay sequía:
Las listas de Erica Fustero: no encontrarán lista más bonita, con dibujos más chulos, mejor maquetada, y encima con un montón de invitados muy interesantes. Películas, discos, libros, exposiciones, restaurantes, fotos… Y además una mención a esta newsletter que desde aquí se agradece enormemente.
Las listas de Boomkat. Horrorosamente maquetada pero con mucha mandanga. La tienda mancuniana le ha pedido a todos los artistas del mundo (vale, exagero pero casi) que hagan su lista con lo mejor del año: Valentina Magaletti, Jim O’Rourke, Sarah Davachi, Ricard Skelton, Heather Leigh, Caterina Barbieri, Kevin Martin, Félicia Atkinson y un montón más, muchos de los cuales ni conozco eligen sus discos favoritos, muchos de los cuales tampoco conozco.
Aunque lleve unos años escuchando mucho jazz, sigo sintiéndome un intruso en un mundo difícil de explorar. Listas como las de Ana Gavrilovska (crítica en Uncut y Maggot Brain) son año tras año una buena guía. Ahora en formato newsletter, aunque también hay un hilo de twitter colaborativo muy interesante.
Regalo de reyes: el Weatherdrive
Esto que viene ahora es eso que decía Andrés Montes (o al menos lo asocio con él): café para muy cafeteros. 900 horas de música que han pasado por las manos de Andrew Weatherall. A finales del año pasado estuve leyendo la autobiografía de Bobby Gillespie, de Primal Scream, y me gustó mucho. Mucho más interesante que la de Peter Hook, sin duda. Se explaya con el modernismo popular, con las luchas sindicales obreras de la Inglaterra que vivió bajo la implacable mano de Margaret Thatcher. También del punk, del indie primigenio, y de los días del acid house y, claro, de su relación con Andrew Weatherall, sin el que Primal Scream habrían sido otro grupo.
El ‘regalo’, alguno más espabilado que yo ya lo tendrá. En 2020, poco después de la muerte del músico, dj, productor, remezclador y compositor inglés, alguien subió a una cuenta de Google Drive 900 horas de música entre sesiones y programas de radio, desde los 90 hasta el 2020, semanas antes de morir. Desde aquí, gracias a quien montó esto. Cosas como esta mantienen la fe en que Internet puede ser un lugar hecho para el bien: ¡A bailar!