La playlist, La Trastienda, la NBA, los 70 en Denver y los Ramones
En el menú de hoy tenemos: la playlist de mayo, el nuevo episodio de La Trastienda donde me invitaron a charlar un rato, un recorrido por los diferentes logos de los Denver Nuggets, actuales finalistas de la NBA; otra declaración de amor a los 70 y una canción de los Ramones, sí, los de las camisetas. ¡Adelante!
La playlist del mes: Stop. Listen. Mayo. 31 canciones.
Si han leído la anterior newsletter ya saben por qué hay varias canciones relacionadas con Robert Wyatt; podría haber más, pero me he cortado. Si leyeron ésta, ya sabrán que he desempolvado los discos de Tortoise y recuperado la remezcla que hacía (Luis Eduardo) Autechre (perdón) de ‘Adverse Camber’. La versión de Irreversible Entanglements de ‘Nuclear War’ sin haberla escuchado ya sabía que terminaría aquí. ¿Qué puede salir mal si una de las mejores canciones de Sun Ra es versionada con total libertad por un (otro más) grupo en el que está Moor Mother, y que es editado por International Anthem? Nunca había escuchado a Fridge, recuerdo la reseña de la RDL, o al menos la etiqueta que le pusieron: Post-Post-Rock. A pesar del clickbait antes del clickbait, antes casi del clic, me ha dado la sensación de envejecer mejor, el disco, no la etiqueta, que muchos otros de post-rock a secas de la época. Y aquí he llegado después de escuchar el lanzamiento sorpresa de Brian Eno, Fred again.. y Kieran Hebden (Four Tet, Fridge) que cogí con ganas y no he vuelto a escuchar. Como señor mayor que soy, las partes de Brian Eno, bien (aunque va un poco en piloto automático). Pero en las de Fred again.. no consigo meterme: canta demasiado bien para mí, que soy poco amigo de los virtuosismos. David Lord es uno de los pequeños descubrimientos del mes, que podría compartir escenario con Jeff Parker o Rob Mazurek. Richard Pinhas, Stereolab o Lucrecia Dalt van y vienen por estas listas como Pedro por su casa (esto no viene a cuento pero, ¿se acuerdan de ese grupo de hardcore de Madrid llamado Like Peter At Home?). Y junto a Fenella, A.C. Marias y Nabihah Iqbal podrían estar en esa etiqueta que Spotify se ha sacado de la manga y me recomienda a menudo: Oblique. Y ahora una opinión impopular: me gusta más (mucho más) la versión de ‘Golden Brown’ de Bedhead que he puesto que la original de The Stranglers. Me sumo al hype con el disco de billy woods: me ha costado elegir canción, buena señal. Por lo demás, la dosis habitual de canciones largas y gente hablando. De una de ellas hablaré en una futura newsletter.
Una trastienda, un poco de vergüenza y un poco de ego
Blanca Lacasa y Juan Rodríguez tienen un nuevo podcast. Se llama La Trastienda y es un primo cercano, en otro formato, de esta newsletter. Charlas sin prisas, ni intención promocional, de gustos y obsesiones. En el primero estuvo Lorenzo Montatore, recomendabilísimo, y en este segundo me han invitado a mí. Hablamos de música, de películas, de hacer listas, de cosas inútiles, de umbrales y de cosas que te hacen clic; de metal, de los 70, de ‘La fiera de mi niña’, de Robert Altman, de Stephen King, de Limahl. Si con lo de Limahl no les da curiosidad, ya no sé qué decirles.
Un I love this game, I love these logos
De esto hablé en La Trastienda también, y probablemente vuelva a hacerlo por aquí. Una de las cosas por las que me flipa la NBA son los logos. Y como esta semana comienzan las finales de la NBA con un equipo que nunca las ha jugado, los Denver Nuggets, me ha parecido buena idea hacer una pequeña galería de maravillas y horrores.



En la NBA ya casi no pasa, pero antes que era una liga menor sin contratos millonarios, los equipos para sobrevivir cambiaban de ciudad o nombre. Así los Rockets se mudaron, primero a San Diego, y luego a Houston, donde siguen jugando, con un logo horrendísimo que me hace pensar en slashers pochos de los 90. Pero antes dejaron en Denver esa imagen de un cohete esforzado en sobrevolar las montañas rocosas botando un balón. ¿Un cohete antropomórfico? A favor siempre, y con esas medias molonas ni te cuento. Probablemente no haya mayor símbolo del emprendimiento (¡uff!), del sueño americano y del capitalismo que la fiebre del oro americana del siglo XIX, y en Denver les debió parecer buena idea cambiarse el nombre a Pepitas (no, no es por los nuggets del McDonalds, aunque venga de ahí el nombre; y no sabían que habría un bar laberíntico llamado así en Madrid, en la Malasaña previa a la gentrificación). A mi lo que siempre me ha parecido una idea maravillosa, y está entre mis logos favoritos del deporte y el no deporte, es elegir, para representar al equipo, a un buscador de oro que, en los 70 más bien parecía un fan de Grateful Dead exaltado por alguna sustancia psicotrópica. También me gusta la idea de que pueda parecer un camarada de barba roja, rojísima salido de la madre Rusia con un pico en lugar de una hoz y un balón en vez del martillo.
En los 80, la cosa cambia. El de los colorines, primero por la izquierda, aunque sean muchos colorines para mí, me gusta por varias razones: la nostálgica de haber visto jugar a Alex English con ese logo (y camiseta), el skyline que parece un ecualizador me fascina, y por la involuntaria bandera gay (ojalá voluntaria y que se la colaran al biempensante Estados Unidos de Reagan). Los 90 y dosmiles, el del medio, muy mal. Y el que queda, es el que usan ahora, al menos recupera los picos, pero es un poco X hipster de hace unos años. Por si alguien dudaba de la conclusión: ¡Vivan los 70!
Una matización y una cosa que hacer en Denver
No parece Denver una ciudad muy divertida, salvo que fumes marihuana, ni muy retratada en la ficción. En realidad, si no fuera por los Nuggets, no sé si sabría que existe. Pero Denver fue, me acabo de enterar, escenario de una película que de pequeño me chiflaba: ‘El dormilón’ de Woody Allen. Puede que haga veinte años que no veo, ni reveo, ninguna película suya. Le robo las imágenes a este artículo de Archdaily.
La película es de 1973. Ah, los 70 otra vez. Y de los 70 hablamos también en La Trastienda, pero como persona no especialmente elocuente que soy, se me olvidaron cosas que quería decir. Así que aprovecho para añadir y matizar que mi gusto por esta década no está solo en un análisis algo racional de lo transicional, disruptiva o libre que fue, sino también en una estética, en unas paletas de color, en un grano, en una textura y en un tempo narrativo que conecta mucho con algo mucho más básico e instintivo en mí. No es nostalgia, es otra cosa. Y estas capturas, que gritan retrofuturismo, encontradas por internet, de una película que apenas recuerdo capturan esa sensación. De hauntología ya hablamos otro día.
Una opinión rápida e impopular
¿Es esta mi canción favorita de los Ramones? Lo es, aunque sea de finales de los 80.